Cada vez son más frecuentes las enfermedades asociadas al metabolismo. El estilo de vida moderno nos hace propensos a desarrollar alteraciones en nuestro funcionamiento hormonal como la resistencia a la insulina.
Las hormonas son las directoras de nuestro organismo, son ellas las que inducen o inhiben acciones, rutas y mecanismos que desencadenan respuestas. Cuando están descontroladas se manifiestan a través de alteraciones en el organismo.
Particularmente la resistencia a la insulina es una condición de la que todos podemos ser víctimas si no prestamos atención a cómo tratamos nuestro cuerpo. Conoce todo sobre la resistencia a la insulina en esta pequeña pero completa revisión.
Función de la insulina en nuestro organismo
La insulina es una hormona sintetizada y secretada por las células beta de los islotes del páncreas como respuesta a la ingesta de un alimento, especialmente de los carbohidratos.
El inicio de la acción de la insulina está mediado por receptores ubicados en las células diana. Una vez que la insulina es captada por su receptor, induce una cadena de reacciones que permiten la entrada a la célula de la glucosa, su principal fuente de energía.
A nivel sanguíneo ocasiona la disminución de los niveles de glucosa en la sangre, los cuales se mantienen en el rango de normalidad (70-100 mg/dl).
La insulina actúa a nivel sistémico, pero hay tejidos donde su acción es indispensable, como por ejemplo en el hígado. Allí estimula la síntesis de glucógeno, nuestra reserva de carbohidratos para evitar quedarnos sin energía a lo largo del día. El hígado tiene esta gran responsabilidad.
Como respuesta a la acción de la insulina, el exceso de energía de la dieta se almacena en el tejido adiposo y también constituye una reserva energética que, gracias a la modernidad, usamos muy poco = sedentarismo.
La resistencia a la insulina
La resistencia a la insulina es una condición que se caracteriza por menor sensibilidad a la acción de la insulina a nivel celular.
El resultado de la resistencia a la insulina es la alteración del metabolismo de los carbohidratos, las grasas y las proteínas que afecta a órganos como el hígado, el músculo, el tejido adiposo y el páncreas.
Cuando un individuo presenta resistencia a la insulina le corresponde al páncreas aumentar la secreción de esta hormona al torrente sanguíneo. Este cambio ocasiona un estado de hiperinsulinismo que en un primer momento es compensatorio.
Sin embargo, el hiperinsulinismo es temporal pues la reserva pancreática disminuye rápidamente. De esta forma se perpetúa un estado de hiperglucemia que favorece el desarrollo de diabetes mellitus tipo 2.
¿Tengo riesgo de presentar resistencia a la insulina?
La resistencia a la insulina puede ser fisiológica cuando ocurre en el embarazo, la pubertad o en el adulto mayor. En otros casos es patológica. Allí influyen múltiples factores: genéticos, étnicos, ambientales, por enfermedades asociadas o inducida por fármacos como los esteroides.
El factor decisivo para padecer resistencia a la insulina de origen patológico es el estilo de vida poco saludable. Una dieta desequilibrada, vida sedentaria y el exceso de grasa corporal son las principales responsables de esta enfermedad en la actualidad.
Relación entre la resistencia a la insulina y la obesidad
La obesidad causa hipoxia (déficit en el suministro de oxígeno a los tejidos) y un estado inflamatorio crónico de leve a moderado que se evidencia con un aumento de factores inflamatorios e incremento de los leucocitos. Todo esto induce estrés oxidativo.
Los mediadores de la inflamación interfieren en la vía de señalización de la insulina a nivel intracelular y bloquean su acción. Esto de traduce en menos entrada de glucosa a la célula y un estado hiperinsulinémico compensatorio.
La ingesta energética excesiva impulsa la hipertrofia de la célula adiposa que puede expandir su tamaño unas 1000 veces. La grasa se acumula a nivel abdominal y rodea al hígado, el músculo y al páncreas.
El incremento en la liberación de ácidos grasos libres por parte del tejido adiposo suma señales pro inflamatorias que generan un efecto lipotóxico y propicia el desarrollo de la resistencia a la insulina.
Los cambios en el tejido adiposo tienen gran trascendencia al ser la base para el inicio de la obesidad que perpetúa el ciclo vicioso que exacerba la resistencia a la insulina.
¿Cómo saber si tengo resistencia a la insulina?
La sospecha de resistencia a la insulina se forma tras la presencia de obesidad abdominal, es decir hombres con circunferencia >90 cm y mujeres con circunferencia abdominal >80 cm en conjunto con uno o más de los siguientes factores predisponentes:
- Hiperglicemia: se identifica a través de pruebas de laboratorio donde se puede obtener el diagnóstico de glucemia alterada en ayuno, intolerancia a la glucosa o diabetes mellitus. En caso de embarazo se trataría de diabetes gestacional.
- Hipertrigliceridemia: se refiere a los niveles de triglicéridos plasmáticos por encima de los mg/dl. En el perfil lipídico también se consideran los niveles de HDL colesterol <40 mg/dl en hombres y <50 mg/dl en mujeres.
- Presencia de acantosis nigricans: es una alteración en la pigmentación de la piel. Se caracteriza por manchas oscuras en los pliegues del cuello, las axilas, los codos, la ingle y las rodillas. Es común en personas obesas.
Adicionalmente se tiene en cuenta el diagnóstico de enfermedad de hígado graso no alcohólico, Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP) o Hipertensión Arterial (HTA). La hiperglicemia en combinación con la hipertrigliceridemia tiene una alta correlación con la resistencia a la insulina.
Conoce los otros factores de riesgo
Entre otros factores de riesgo para padecer resistencia a la insulina resalta el antecedente personal de bajo peso al nacer, la edad mayor a los 30 años y en las mujeres la presencia de cáncer de mama o endometrio. Se suman los antecedentes de familiares de primer grado que presenten alguna de las enfermedades ya mencionadas.
El diagnóstico de resistencia a la insulina se confirma a través de la prueba IR-HOMA (insulin resistance homeostasis model assessment) o de la medición de la insulina en ayunas, que se basa en la respuesta compensatoria del páncreas. Sin embargo, con la confirmación de los factores predisponentes suele ser suficiente.
Tratamiento de la resistencia a la insulina
Tratar la resistencia a la insulina es fundamental para disminuir el riesgo de padecer diabetes mellitus, producir mejora en la funcionalidad hepática y en el caso de mujeres con SOP, incrementar su fertilidad.
La principal línea en la resistencia a la insulina y su tratamiento es la reducción del peso corporal. ¿Cómo se logra esto? Con cambios en los hábitos de alimentación y la práctica constante del ejercicio físico.
Lo ideal es realizar tu cambio d estilo de vida bajo el asesoramiento de un nutricionista o dietista.
Quiero cambiar mi alimentación: ¿qué debo hacer?
Mejora la calidad de los carbohidratos, consume carbohidratos de lenta absorción y evita el azúcar añadido en los alimentos, así como aquellos productos que contenga jarabe de maíz, fructosa o sucralosa.
Incluye más vegetales en tu dieta, consúmelos en cada comida y en la variedad que prefieras. Añade frutas a tu dieta, en especial frutas rojas y moradas. Son una excelente fuente de antioxidantes.
El tipo de grasa que incluyes en la dieta también es importante. Evita las grasas procesadas y las frituras. Prefiere las grasas naturales aportadas por las semillas, las olivas y los pescados grasos.
¿Por qué debo hacer ejercicio físico?
El ejercicio per se disminuye la resistencia a la insulina. Su efecto es marcado en la obesidad al estimular la pérdida de peso y mejorar aún más la sensibilidad a la insulina.
El ejercicio mejora la oxidación de las grasas intramusculares e induce la proliferación de transportadores de la glucosa. Esto facilita el uso de la glucosa como fuente de energía por las células musculares.
¿Cuánto ejercicio hacer? Depende de cada persona en particular, pero lo recomendado es iniciar con tres sesiones a la semana de 30 minutos cada una hasta poder realizar 150 minutos semanales.
¿Qué actividad? Ejercicios aeróbico como caminar, natación, bicicleta complementado con ejercicios de fuerza. En este sentido los ejercicios tipo HIIT – alta intensidad por intervalos – han demostrado grandes resultados. No te olvides de que yoga y pilates son fantásticas opciones.
¡Evalúate! Mírate los factores de predisposición de la resistencia a la insulina y compáralos con tu perfil sanguíneo. Revisa tu historia familiar y personal e identifica si tienes riesgo o no de presentar esta condición.
¿Encontraste varias factores de riesgo asociados? Entonces manos a la obra. Es el momento de que hagas los cambios pertinentes tanto en tu alimentación como en la práctica de ejercicio y busques la ayuda del especialista.
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