¿Qué es la Intolerancia a la Fructosa?
La fructosa es un tipo de carbohidrato, glúcido o sacárido, que se encuentra en frutas, algunas hortalizas y la miel. También la encontramos formando parte de la molécula de sacarosa (azúcar de mesa) y como parte de edulcorantes en productos dietéticos
La intolerancia a la fructosa o la malabsorción a ésta, es una afección que se presenta cuando hay déficit o saturación del transportador (GLUT 5) que se presenta normalmente en el intestino y el cual es necesario para que la fructosa pueda pasar de la luz intestinal a las células para ser utilizada por el organismo.
En niños esta enfermedad es heredada de sus padres y se denomina “Intolerancia hereditaria a la fructosa”. En adultos se diagnostica como “Intolerancia a la fructosa o malabsorción de fructosa” y generalmente es una afección secundaria a otros problemas gástricos e intestinales como colon irritable, enfermedades digestivas, enfermedad celíaca, entre otros.
¿Cuáles son los síntomas de la intolerancia a la fructosa?
Cuando la fructosa no se absorbe en el intestino delgado, va directo hacia el colon y allí es fermentada por las bacterias propias del intestino grueso provocando síntomas como meteorismo, distensión y malestar abdominal, náuseas y diarrea.
En cuanto al nivel de malabsorción y la sintomatología ambas son necesariamente proporcionales, es decir, algunas personas presentan una malabsorción más grave pero menos sintomatología, y otras; una malabsorción leve pero sintomatología intensa.
Lo que sí es seguro, según diversos estudios científicos, es que la dieta sin fructosa de pacientes con malabsorción, mejora la sintomatología en un 80%.
¿Cómo se diagnostica la intolerancia a la fructosa?
El estudio que se realiza cuando hay sospechas de intolerancia o malabsorción de cualquier tipo de azúcar, es el Test de Hidrógeno espirado.
El Test de Hidrógeno espirado es una técnica no invasiva que implica la toma de una muestra del aire espirado por el paciente, la cual se obtiene al soplar en una boquilla descartable.
Por esta prueba se busca detectar malabsorción de carbohidratos (lactosa, fructosa, sorbitol, sacarosa, trehalosa), sobrecrecimiento bacteriano en intestino y tiempo de tránsito intestinal.
Cuando se padece intolerancia a algún tipo de glúcido, la molécula pasa por el intestino delgado y como no puede ser absorbida por la falta de transportador, llega directo al intestino grueso y allí es fermentada por las bacterias. Uno de los productos de la descomposición de los azúcares por esas bacterias es el hidrógeno, el cual pasa al torrente sanguíneo y luego a los pulmones para ser eliminado por la respiración. Por ello, en el test se estudia la concentración de hidrógeno en la muestra de aire tomada.
Si la prueba se realiza bajo la sospecha de intolerancia a la fructosa o malabsorción a la fructosa, se mide la cantidad de hidrógeno que sale en muestra de aire espirado luego de haber ingerido entre 25-50 gr de fructosa.
Cuando se detectan cantidades superiores a los valores de referencia, se traduce como una malabsorción intestinal del tipo de carbohidrato que se usó como sustrato.
¿Cuál es el tratamiento para la intolerancia a la fructosa?
El tratamiento a nivel nutricional se centra en reducir el consumo de fructosa pero las características de cada plan alimentario dependerá de la tolerancia de cada paciente.
Un factor muy importante a tener en cuenta es el nivel de restricción al que nos sometemos. Muchas veces la exigencia impide sostener la dieta y luego se realizan grandes ingestiones de fructosa de manera repentina. El plan alimentario debe manejarse con mucho cuidado y junto a una profesional de la nutrición.
Los alimentos mejor tolerados son aquellos que contienen bajas concentraciones de fructosa, y son los que menciono a continuación:
En el grupo de las frutas que mejor se toleran nos encontramos con aguacate, aceitunas, naranjas, fresas, kiwi, limón, mandarinas, melón, mora, plátano y uvas.
En las verduras y las hortalizas que tienen bajo contenido de fructosa y son mejor toleradas son: acelga, brócoli, espinacas, apio, alcachofas, berros, tapioca, setas (champiñones), lechuga, escarola y endibias, patatas “viejas y con algo de mayor fructosa contamos con calabacín, calabaza, col, coliflor, espárragos, nabos, pepino, puerro, rábanos y patatas “nuevas.
Al hervir, pierden gran cantidad de fructosa en el agua de cocción y eso las hace más tolerables.
En cuanto a los frutos secos, entre los más tolerables se encuentran las nueces, avellanas, almendras, castañas y pistachos.
Dentro del grupo de los cereales y derivados, los que contienen menos fructosa son trigo, maíz, arroz y avena no integrales.
En el grupo de los lácteos y derivados, se permite ingerir leche, yogur natural, queso y mantequilla.
Los alimentos de origen animal, tanto carnes, pescados y huevos, si son frescos y no procesados, pueden consumirse sin problemas.
Las lentejas son las legumbres más toleradas, y tanto los garbanzos como las alubias solo se aconsejan en pequeñas cantidades.
Para tener en cuenta en la intolerancia a la fructosa:
- Alimentos que deben evitarse: leche condensada, yogurt y helados de frutas, nuez moscada, vainilla, soja, judías verdes, cereales integrales, frutos deshidratados.
- Los productos procesados como embutidos, salchichas, aderezos, salsas, jugos de fruta, golosinas, cereales azucarados, productos de panadería, pastelería y bollería.
- La fructosa suele estar presente en algunos medicamentos, por lo que es muy importante que leas siempre los rótulos de los productos que vas a ingerir y consultes con el médico.
- Se aconseja consumir los alimentos que contienen fructosa, en pequeñas porciones y bien espaciados a lo largo del día.
La lista de alimentos permitidos de ninguna manera reemplaza la atención nutricional con una profesional de la salud. La adaptación de un plan alimentario a una persona con características individuales es fundamental para el correcto tratamiento de la intolerancia a la fructosa y de cualquier otra.
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